Los tigres o las sombras
Como alma que lleva el diablo.

75.

[...]

¡Cuán hermosos son tus pies en las sandalias,
oh hija de príncipe!
Los contornos de tus muslos son como joyas,
obra de mano de excelente maestro.
Tu ombligo como una taza redonda
que no le falta bebida.
Tu vientre como montón de trigo
cercado de lirios.
Tus dos pechos, como gemelos de gacela.
Tu cuello, como torre de marfil;
tus ojos, como los estanques de Hesbón junto a la puerta de Bat-rabim;
tu nariz, como la torre del Líbano,
que mira hacia Damasco.
Tu cabeza encima de ti, como el Carmelo;
y el cabello de tu cabeza, como la púrpura del rey
suspendida en los corredores.
¡Qué hermosa eres, y cuán suave,
Oh amor deleitoso!

[...]

Anónimo

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